En el país hay más de 4 millones de hectáreas de aptitud alta para este cultivo. Se requiere de mayor inversión empresarial y estatal para aprovechar su potencial.
Y es que una de las mayores fortalezas de Colombia es la diversidad de sus ecosistemas, los cuales hacen que el cacao producido en estas tierras logren notas exclusivas, pues según los expertos, dependiendo del manejo que se le dé, este fruto colombiano puede tener más de 400 precursores de aroma y sabor.
Por esta razón, para Jhon Fredy Escobar, director de investigación en agronegocios de Bancolombia, el país tendría todo el potencial para sacarle jugo al mercado de exportación en grano y semiprocesados, y seguirle los pasos a Ecuador. Para lograrlo, considera que, tal como sucedió con el aguacate Hass, la llegada de mayor inversión empresarial es lo que podría acelerar ese proceso.
Potencial con sabor a chocolate
El cacao no fue ajeno a las afectaciones que causaron las lluvias a causa del Fenómeno de La Niña, provocando una reducción del 10% en su producción al cierre de 2022. Sin embargo, según la Federación Nacional de Cacaoteros, si se compara con lo registrado hace 10 años se evidencia un sostenido crecimiento del subsector, al pasar de 41.670 toneladas en 2012 a 62.158 el año pasado, representando un crecimiento de 49,1%.
“El cacao colombiano en su mayoría se cataloga como fino de aroma, que habla de un grano que organolépticamente es superior a un cacao ordinario, como sucede en Ecuador, que es un país bastante exitoso en este mercado. En Colombia se ha avanzado mucho. Después de las frutas, el cacao muestra el mayor crecimiento en área sembrada entre 2019 y 2022”, dijo Escobar.
Y si bien buena parte del crecimiento del subsector ha ido a reemplazar el grano que se importa, los analistas consideran que en algún punto, para seguir expandiendo este cultivo, se va a necesitar del mercado internacional.
“El potencial es significativo dado que en Colombia se reportan más de 4 millones de hectáreas de aptitud alta para este cultivo. Tenemos una cultura cafetera que es un negocio con muchas similitudes al del cacao, y hemos sido premiados en concursos internacionales de la talla del salón del chocolate de París”, resaltan los expertos.
De hecho, en los últimos años el país ha brillado a nivel industrial en la producción de chocolate de mesa, una variedad que si bien es muy común para los colombianos es poco convencional en otros mercados externos.
Quedan grandes desafíos
Para Eduard Baquero, presidente de Fedecacao, pese a las afectaciones que tuvo el subsector, 2022 fue un año positivo, pues se logró, por ejemplo, la renovación de cerca de 11.000 hectáreas de cacao envejecido, lo que le permite a la cacaocultura colombiana continuar con el proceso de modernización.
Ahora, de cara al futuro, el líder gremial afirmó que necesitan de nuevas alianzas con entidades como el Ministerio de Agricultura, gobernaciones, alcaldías y cooperación internacional, para continuar con su programa bandera de renovación de cacaotales, y así los productores puedan tener una mayor productividad y un incremento de sus ingresos.
“No queremos que las familias cacaocultoras vean reducida la atención que en la actualidad prestan nuestros extensionistas, ni el apoyo que reciben las asociaciones y productores de todo el país desde el programa de Apoyo a la Comercialización, ni tampoco que se reduzcan las actividades de nuestra área de investigación por falta de recursos. La productividad, la calidad del grano y las exportaciones están estrechamente relacionados con la asistencia técnica”, manifestó Baquero.
Desde la óptica de los analistas de Bancolombia, el trabajo para hacer realidad el potencial del cacao se divide en aspectos agronómicos. Esto abarca el manejo del cadmio (metal que contamina los granos) y la investigación de nuevas variedades; la sostenibilidad para garantizar, por ejemplo, la entrada al mercado europeo; y la construcción de una marca país aprovechando las diferencias entre las regiones productoras (orígenes).
También destacaron la necesidad de proveeduría de bienes públicos para que los agricultores puedan competir (como mejores vías terciarias), y hacer atractiva la llegada de inversionistas internacionales.
“Todo esto, idealmente, en un esquema que garantice un trabajo coordinado entre grandes, medianos y pequeños productores, junto con los empresarios del cacao y los traders internacionales de commodities”, añadieron.
Actualmente, unas 66.000 familias colombianas dependen de este renglón de la economía nacional.
Tomado de: El Colombiano