En 2012, cuando el fundador de Aprokafés descubrió los cafés especiales, supo que quería experimentar con el cultivo de café en su pueblo, Caicedo (Antioquia). En 2014 ya estaba exportando hacia Estados Unidos.
Los cafés especiales son cada vez más valorados en el mercado nacional e internacional, y Colombia está abriendo un camino interesante en este segmento.
Mientras una libra de café convencional en el mercado local puede costar hasta USD $5, una libra de café especial subastada en el mercado internacional (sobre todo en Asia) puede costar más de USD $140. Y, en mercados convencionales, estos cafés especiales oscilan entre USD $20 y USD $25, según la Federación Nacional de Cafeteros.
A diferencia del café industrial, los cafés especiales son valorados por los consumidores por sus atributos consistentes, verificables y sostenibles, hasta el punto de que están dispuestos a pagar precios superiores que se traducen en mayores ingresos para los productores.
De acuerdo con la Organización Internacional del Café (OIC), Colombia es el tercer productor mundial de café. Nuestro país se destaca por sembrar principalmente cafés de la variedad arábica, que ofrece un sabor suave y equilibrado. La altitud, el clima y la calidad de los suelos en las regiones cafeteras colombianas, así como la recolección manual, contribuyen a la producción de granos de alta calidad.
Para entender un poco más este mundo de los cafés especiales, hablamos con un emprendedor de las montañas antioqueñas, que a tan solo dos años de iniciar esta actividad logró llegar al mercado de Estados Unidos, caracterizado por ser altamente competitivo.
Se trata del gerente de Aprokafés, Elkin Darío Diosa, un hombre del campo que ha estado gran parte de su vida en medio de los cultivos de café porque viene de una familia caficultora y, con orgullo, heredó esta tradición. Hoy, cultiva cafés especiales de alta calidad.
Además, cuenta con un supermercado que tiene un propósito puntual: beneficiar al caficultor por ser “el que más necesita”, según cuenta. Para ello, propende por que los productores encuentren los productos de la canasta familiar a un precio menor que el del mercado tradicional.
Hace unos días, AproKafés y su gerente, Elkin Darío Diosa, fueron galardonados con el premio Famiempresarios Interactuar en la categoría de Impacto en la región. El galardón fue entregado en la edición número 33 del Famiempresario del Año a ocho emprendedores, en una ceremonia que se celebró en el Teatro Metropolitano de Medellín.
A continuación, presentamos la entrevista, que también puede ver en el video ubicado en la parte superior de la página.
¿Cómo sale adelante esta empresa exportadora desde una pequeña vereda en Antioquia?
Hace tiempo que estábamos trabajando a pérdidas y hubo una crisis en la vereda: nos atacó la roya y acabó con todas los palos de café que yo tenía en ese momento. Esto hizo que, como caficultor, emigrara a la ciudad e hiciera mis estudios, pero enfocado siempre en el campo, en la búsqueda de algo diferente.
Viajé a Medellín y, mientras trabajaba en la plaza Minorista, desarrollé mis estudios en gestión administrativa, administración tecnológica y gestión contable y financiera.
En 2012 escuché hablar sobre los cafés especiales y eso volvió a despertar en mí el interés de experimentar con café en la finca de Caicedo, a donde volví a cultivar algunos palos de café. Desde allí empecé a recibir pedidos, pero aún no me daba para abandonar mi trabajo en Medellín. Entonces, viajaba constantemente de la ciudad al pueblo.
En 2014, busqué una alianza con ocho caficultores del corregimiento La Renta, ubicado en el municipio de Ebéjico, y decidimos apostarle todo a nuestro sueño de hacer empresa en el campo. Así fue como nació Aprokafés, Asociación Productora de Café Especial.
La empresa nace en Ebéjico, se extiende a Betulia, llega a Urrao y termina en Caicedo, todos pueblos antioqueños y cercanos entre sí.
¿Cuáles fueron los principales retos y obstáculos que tuvo que resolver para exportar cafés especiales?
Uno de los retos era tener clientes y empezamos a buscarlos en las ferias, principalmente en una que hacen en Bogotá cada año sobre cafés especiales.
Otro obstáculo era conocer el café. Cuando me llegó una muestra de café en pergamino no sabía ni siquiera cómo se exportaba el café, no sabía que lo exportaban por tazas. Yo me imaginaba que solamente era un café de muy buena calidad y listo.
Ahí empecé a investigar, a estudiar más, a capacitarme y, hoy por hoy, en la empresa ya sabemos qué es un análisis físico, sabemos que después de sacarle los defectos al café se revisa el tema de humedad.
Después sigue la parte sensorial, lo que conocemos como catación, y esta se mide en puntajes que van de 80 a 100 puntos. Cada puntaje tiene su valor y su descriptor diferente.
Además de lo anterior, también debíamos saber todo el tema jurídico, y lo correspondiente a los requisitos para realizar una exportación.
¿Cómo surge Aprokafés y por qué con K?
Desde el inicio tuvimos nuestro café con K porque quería cambiar el modelo tradicional de la comercialización, que año tras año se ha venido haciendo. Por eso quisimos incluir la K.
Aprokafés surge de una necesidad personal. Yo era un pequeño productor, pero me pedían cantidades de café que no lograba reunir. Esto me llevó a pensar que podía recoger pequeñas cantidades del grano entre los campesinos de la región y así cumplir con los compromisos. A muchos de esos caficultores los empezamos a capacitar para lograr cultivar el mejor café.
Hoy, Aprokafes cuenta con 126 asociados y más 300 familias se benefician de la Asociación. Todos estamos ubicados en Caicedo, principalmente, pero también en Urrao, Betulia y Ebéjico, y eso hace que podamos cumplir con un volumen importante de café especial que nos piden.
Tomado de: Más Colombia